El mesianismo de Rusia.


Una nación legitima su existencia luchando en pos de un poder hegemónico e imperialista. El mesianismo no es otra cosa que el combate y el sufrimiento de una nación por la totalidad y la conquista de su historia, expandir su influencia a través del imperio a los demás pueblos, es decir, emprender una tarea de "mesias", dónde esta crea ser la portadora de dicha salvación y realizarla febrilmente. La voluntad de hacer historia debe elevarse de las raíces de un pueblo y circular irresistiblemente en su sangre para irrigar la suma de valores por las cuales se pelea. Hay tantos pueblos, pero tan pocas naciones, porque, si bien muchos de ellos sienten una llamada mesiánica, no pueden realizarse en una suma de valores, ni realizarse.



Durante todo el siglo XIX, los rusos no han tenido otra obsesión que la de ocuparse de su destino. Y, gracias a este tormento teórico, Rusia está efectivamente comprometida con la historia, situada en su centro cosmológico. Todos los pensadores rusos, sean novelistas, poetas, filósofos, religiosos, eslavófilos y pro occidentalistas, nihilistas, los narodniks, etc. Todos giraban alrededor de la misión de Rusia, de su Nomos como propiedad terrenal absoluta. Komiakov, Tchaadaïev, Dostoyevski, Aksakov, Danilevski o los nihilistas Pissarev, Dobrolioubov, Tchernychevski proponían para un solo y único problema soluciones rusas. Hasta la mística de Soloviev que tiene el aspecto de una transfiguración teológica de la Rusia concreta. Eso es más que una evidencia, Rusia está llamada a un destino monumental en el mundo, es decir, en hacer supra-historia.

¿Por qué, a pesar de esta evidencia, los rusos están tan atormentados? Pues todo el siglo XIX ruso testimonia una conciencia atribulada y profética, de una verdadera histeria mesiánica. Todo pueblo que entre en la historia mientras los demás ya están allí, y en plena madurez, sufre un desequilibrio provocado por la desigualdad del nivel histórico. Rusia se despertó ante la vida (adanismo histórico) después de haber dormido en la humillación y la infra-historia durante siglos. No tenía otra opción que quemar etapas. No conoció el Renacimiento, y su Edad Media fue irrelevante, exenta de espiritualidad.



De hecho, a lo largo de los siglos, Rusia (desde la formación de la Rus de Kiev) tuvo que hacer frente a multitud de incursiones que han conseguido penetrar con cierta facilidad hasta el mismo centro de sus territorio. Los vikingos fueron los primeros en poner contra las cuerdas la defensa rusa cuando en los siglos IX y X, aprovecharon el curso de los ríos Volga y Dniéper para cruzar el país. En orden cronológico fueron los pueblos túrquicos, en concreto los cumanos y los kipchaks, quienes siguieron a los vikingos un siglo después durante una guerra que duró 175 años. El relevo de estos lo tomaron luego los mongoles, liderados en sendas incursiones por Gengis Kan y Batu Kan en el siglo XIII. La Horda de Oro arrasó la Rus de Kiev, pero tras su victoria se retiró hacia la estepa y dejó a los rusos elegir su propio príncipe siempre que este rindiera pleitesía a los gobernantes mongoles.



Los mongoles detuvieron su expansión en las fronteras modernas de Bielorrusia, lo que permitió al Gran Ducado de Lituania conservar intacto gran parte de su territorio y levantarse en armas años después contra el Principado de Moscú para expandir su control.

Los tártaros de Crimea también derribaron las barreras defensivas rusas antes de que la Mancomunidad de Polonia-Lituania, también conocida como la República de las Dos Naciones, declararan la guerra y llegaran a controlar Moscú durante dos años. Después, durante la Gran Guerra del Norte, Suecia invadió Rusia y ejerció una gran presión durante varios años sobre San Petersburgo. De modo que el pasado antigüo de Rusia fue siempre de postura defensiva, asediada, arrinconada sobre los muros, débil, lamentable y sombría, como dije anteriormente: infra-histórica.



Como dije en un artículo anterior: "Las raíces profundas del mesianismo ruso se hunden en una visión apocalíptica. Todo lo que siente y piensa el pueblo traspasa las categorías culturales o cae bajo su nivel. Incapaz de comprender las formas jurídicas, la realidad estática y todo lo que constituye el espíritu objetivo (en la acepción hegeliana), se mete en un clima irrespirable para una conciencia europea, en la que el simbolismo de la cultura es un artificio natural, aceptado, evidente. Incluso el comunismo le dió a Rusia un horizonte teórico estrecho, pero la amplitud del soplo de su alma ha permanecido igual. El sueño de una dominación universal bajo el reino del zar, la Tercera Roma resucitando como el nuevo centro del mundo, ese sueño que fue retomado por los bolcheviques y ahora con Putin, con otra ideología, pero de una manera no menos fantástica".

El comunismo soviético continuó el sueño ruso de dominación universal que inició bajo en Imperio zarista. Los soviéticos consideraban que tenían la misión de vencer el decrépito y decadente Occidente con vigor ruso. Los bolcheviques eran herederos de esa misión mesiánica que había sido proclamada por Dostoievski y otros. Dostoievski vió a los socialistas rusos convertirse en "los más fervientes campeones del espíritu ruso". Que emprendieron esta misión en nombre del bolchevismo, en lugar de en nombre de la ortodoxia cristiana, fue más una cuestión de etiqueta. Este mesianismo ruso-eslavo había sido defendido por Herzen, afirmando que los rusos seguían siendo una raza de juventud y salud. Herzen, como padre del socialismo ruso, vió a Rusia con la misión de liderar la revolución universal para renovar la humanidad.


(Aleksandr Herzen).


Herzen había estado en conflicto con Marx y Engels. El elogio de Herzen por parte de Lenin fue ideológicamente significativo. Lenin concluyó enfatizando el carácter ruso del pensamiento de Herzen: "Herzen fue el primero en levantar la gran bandera de la lucha al llevar su palabra libre y rusa a las masas". Esto está muy lejos de la actitud de Marx cuando le escribió a Engels que no deseaba aparecer con Herzen, "no de la opinión de que la Vieja Europa debería ser rejuvenecida con sangre rusa".



Tal mesianismo, heredado por Herzen fue llevado a cabo por el bolchevismo de Vladimir Lenin y más adelante recrudecido con Joseph Stalin, permitió una convergencia incluso con un misticismo y un gnosticismo difusos. Eric Voegelin decía que la dicotomía dualista del gnosticismo se tradujo fácilmente en la dicotomía dualista del bolchevismo. Las creencias apocalípticas gnósticas y sectarias de que el mundo era corrupto se tradujeron en revolución, de hecho, las sectas místicas rusas jugaron un papel extremadamente importante en la revolución bolchevique y en la creación de la Unión Soviética.



El mesianismo ruso tiene aspectos multiformes que muchos no quieren reconocer. Todas las ideas mesiánicas expresan, abiertamente o camuflándolo, un deseo de hegemonía, si bien no hay mesianismo sin implicaciones políticas. Los impulsos mesiánicos son expresiones etéreas bajo las cuales se ocultan las realidades que desgarran a las naciones. La diversidad de estructuras ideológicas de las naciones explica sus divergencias y sus conflictos. Es casi imposible que un Estado no tenga una concepción ideológica en política extranjera, salvo Estados Unidos.

Los rusos desaparecerían del globo terráqueo, arrasados físicamente, antes que renunciar a la idea de su misión histórica. Esta está tan arraigada en las profundidades del alma rusa y de su Logos que parece adquirir proporciones cósmicas, inhumanas. Los rusos han introducido el absoluto hegeliano en la política, y sobre todo en la historia. Todas las fórmulas sociales, políticas o religiosas por las cuales han combatido, sea en el Imperio Zarista, la Unión Soviética o la Rusia actual, las han considerado como finalidades únicas. De ahí la pasión, el absurdo, los crímenes, la bestialidad de su historia apocalíptica.



Los rusos no tienen un estilo en la cultura como los franceses, alemanes o italianos porque no viven en la inmediatez de la vida, y mucho menos en la de los valores, es decir, no se forjan (de todo corazón) un cosmos racional como los occidentales, sino irracional impregnado de su propia cosmología, de modo que ellos la respiran pero no la analizan. Por eso para el mundo occidental, Rusia aparece como una perturbación, como una tempestad implacable a la que hay que combatir. Rusia con su mesianismo, se ha propagado en el mundo. ¿Acaso no se han preguntado del por qué la literatura rusa ha vuelto histérico a todo un continente? Empecemos por el mismo Dostoyevski.



El mesianismo, resultado de las fuerzas interiores de un pueblo, le fortalece en el curso de su desarrollo, ejerciendo así una acción vivificante: un tónico segregado por el organismo para sus propias necesidades. ¿Cómo explicar ese milagro que es la existencia judaica, si no es por las llamas constantemente alimentadas de una misión? Durante el auge de los judíos en la historia, parecían tener más quemados los talones que las alas, de otro modo no se explicaría su prisa, su frenesí, su ardor en cada instante de la vida sobre la tierra, su deseo de no perder ninguno de los tesoros de este mundo, de no perder ninguno de los placeres sublunares. Si, en un solo momento de su evolución, hubieran estado desprovistos de su furor mesiánico, habrían desaparecido pronto.

La diferencia entre los rusos y judíos reside en el hecho de que los judíos viven religiosamente su destino, mientras que los rusos viven su religión como un destino. Son dos pueblos que han logrado complicar la historia por su esencia a-histórica.

En definitiva, el soplo supra-histórico de un pueblo es tanto más amplio cuanto más grande sea su mesianismo. Es por esto que, en todas las grandes culturas, la visión mesiánica adquiere proporciones expansionistas e imperiales.



Fuentes:

Dostoievski, Diario de un escritor, citado por Agursky.

“En memoria de Herzen”, Sotsial-Demokrat No. 26, 8 de mayo de 1912.
https://www.marxists.org/archive/lenin/works/1912/may/08c.htm

Karl Marx y Frederick Engels, The Russian Menace to Europe, editado por Paul Blackstock y Bert Hoselitz (Londres: George Allen and Unwin, 1953).

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