La consanguinidad ideológica.
Cuando hablo de consanguinidad entendemos parentesco, ius sanguinis. En relación a las ideologías es obvio que no podemos hablar de lazos de sangre pero si de ciertas relaciones de parentesco o de similitud de carácter idealista.
Las ideologías conforman un conjunto de ideas que requieren para su formulación de un ideólogo, séase una cabeza pensante: el emisor. Pero el ideólogo no es más que receptáculo consciente de un contexto y de una serie de demandas de la época procedentes de quienes serán la masa a moldear, que en bruto lo constituirán toda la sociedad, pero netamente sólo los adheribles a la doctrina formulada por el ideólogo. El contexto es asimismo el caldo primitivo de una ideología, por lo que podemos sintetizar así: el ideólogo consciente transforma el contexto en ideología, los receptores reciben la doctrina y se adhieren o no, siendo el medio para el fin o la realización misma de la ideología formulada.
Las ideologías que conocemos, al surgir de un mismo contexto humano, que devienen cambiantes según los acontecimiento y las imposiciones de una u otra, permutando el contexto (las ideologías como generadores de contexto y/o de realidad objetiva), tienen muchos elementos en común. No por ello las distintas ideologías tendentes son idénticas, pero podemos hablar de cierto hilo conductor que las une, ¡que une a todas!, ya sea por acción/reacción o por afinidad/repelencia.
El esquema de más arriba quizá resulte chocante, sobre todo para los más fanáticos que no conciben cierto "ius sanguinis" entre los diferentes ismos. Las líneas que unen cada ideología pretenden crear una especie de árbol genealógico de parentescos entre los paradigmas doctrinales de la Edad Contemporánea hasta hoy. Como se ve, el denominador común es el capitalismo, como madre de las dos grandes ideologías de la modernidad que hacen uso del mismo: el liberalismo y el socialismo. En el centro, el fascismo, como elemento "contrario" de esas visiones materialistas. Cabe aclarar que defino capitalismo como la forma del uso de los capitales como fin mismo y a la concepción materialista, siendo esta visión diferente a lo que podrán encontrar en los diccionarios o enciclopedias, que circunscribe el capitalismo exclusivamente en funciones tendentes a la propiedad privada de los medios de producción, entre otros detalles.
Sé que el esquema puede reinterpretarse y rehacerse, no es algo absoluto. Por ejemplo, el presocialismo científico o utópico bien podría descifrarse como un algo aparte por su originalidad o colocarle otros lazos, ya que entre los utópicos se mezclaron todo tipo de intelectuales, desde industriales a filósofos, y con ello ideas que van desde aristocráticas a socialdemócratas y elementos propios del liberalismo. El socialismo utópico, por su originalidad y formulaciones para la reestructuración social, bien merecen un estudio pormenorizado autor por autor y no mofa: y lo de autor por autor debe tornarse con la mayor seriedad, porque el socialismo utópico se caracteriza por no ser monolítico, como puede decirse de lo anterior. No obstante las ideas de éstos influirían en las ideologías posteriores en elementos como el cooperativismo y el colectivismo. Por lo tanto, esto no pone más que de relieve la complejidad a la hora crear/generar un árbol genealógico sobre las ideologías que nos ayude a interpretarlas desde un punto de vista amplio, holístico; más hoy, pues bien sabemos de las fusiones de concepciones que a priori pudieran parecer antagónicas.
Otro detalle importante sería señalar que el marxismo es reacción frente al liberalismo y que por lo tanto bien podría extenderse una línea roja del socialismo científico al liberalismo, lo mismo que se puede observar esa línea en el fascismo, como reacción ante las dos ideologías materialistas, como ya se ha dicho anteriormente.
Hay elementos ideológicos que parecen cruciales, por ejemplo en su recepción; ¿a quién va dirigida cierta ideología: al sujeto aislado o a la colectividad misma?
¿O las ideologías son de un carácter orgánico o globalizante?
Asimismo, las ideologías, a grandes rasgos, tienen siempre una doble dimensión. Primeramente la económica, pues todo sistema ideológico debe tener una maquinaria de producción sobre la que sostenerse; la otra es la ética, que concierne a los valores y a la moral de la ideología pretendiente al dominio, cuyo objetivo son las conciencias. Ambos polos son indivisibles si tratamos una ideología en toda su radicalidad para su análisis. Ya sabemos que la realidad se presta a tener que hacer matizaciones, pues lo que es absoluto para la Razón no lo es para la vida misma, que se muestra no en absolutos racionales, sino en evidencias, cosas que son por sí mismas.
La desmitificación de las ideologías, que es lo que hace en parte este esbozo, hace que me incline más a la acción que al propio valor ideologizado. Las personas con ideología actúan en función de un programa y de unas ideas en comunión con una praxis rígida y por lo tanto no son libres ni pueden dar respuestas de forma inmediata y sin mala conciencia a las necesidades de las personas si ello confiere traicionar la doctrina; ni podrán generar grandes eventos a largo plazo sin dramatismo, pues tenderán a tener que luchar contra las propias contradicciones que les ponga por medio el baño de realidad. La ideología coarta el accionar, es decir, la volición política. Por lo tanto un político o un estadista debería actuar des-ideologizado, lo que no quiere decir sin metas ni objetivos ni unas ideas claras, simplemente por encima de las ideologías parciales y racionales, las que dividen la realidad para crear/imponer una propia donde poder desenvolverse bajo sus propias leyes formuladas.
Es posible que este texto puede ayudar a superar ciertos traumas y a entender ciertas paradojas ideológicas, como mínimo ser provocador o revulsivo intelectual. Al final todo es muy sencillo o al menos no tan complicado, nada se puede entender sin la causa que lo origina. El marxismo existe gracias al liberalismo, por lo tanto, forman un mismo fenómeno, son parte de un mismo contexto: sin ambos tampoco existiría el fascismo. De igual manera existe consanguineidad entre el sionismo y el nacionalsocialismo. El segundo no existiría sin el primero: el nacionalsocialismo es por lo tanto gracias a la existencia del judío lo mismo que el judío sionista se justifica hoy por la existencia pasada del nacionalsocialismo.
Y yendo más lejos, ¿acaso no fue el nacionalsocialismo la aplicación del sionismo en el pueblo alemán? ¿No implica el reaccionarismo consanguineidad ideológica? Al final va a resultar que el nacionalsocialismo es hijo del judío nacionalista, quienes perseguían la tierra prometida tanto como el nacionalsocialismo su espacio vital, la defensa del pueblo elegido tanto como el nacionalsocialismo la raza aria. Por lo tanto el sionismo es la fuerza creadora del nacionalsocialismo, el mecanismo de empuje que hace que el pueblo alemán reaccionara ante lo que se consideraba la amenaza. Son las paradojas ideológicas, las relaciones de parentesco.
Pero claro, como la ideología tiene dos vertientes, la política y la ética, que confiere a los valores, los hilos conductores (los parentescos) pueden venir de los dos elementos o de uno. Pero es difícil no encontrar elementos afines entre las ideologías.
Así que adentrados en este laberinto, ¿cómo salir de él? La política encierra en sí misma un enigma, es la búsqueda del hombre de una forma para gobernarse a sí mismo y a todos los demás. La política es gobernar y cómo gobernar, es mandar y cómo mandar, y por lo tanto dominar, dominar algo, ¡y cómo dominarlo! En las ideologías la libertad es su propia formulación, algo al servicio de un fin. Todo lo demás son boberías.
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