Louis-Ferdinand Céline: de la vorágine fascista al hastío por las ideologías.



Hablar de Louis-Ferdinand Céline es irnos a lo controversial, un novelista y médico francés que nos muestra lo sórdido, enfermo y putrefacto que puede llegar a ser la humanidad. Céline, que, su nombre original fue Louis Ferdinand Auguste Destouches; estuvo enmarcado bajo constantes polémicas producto de sus posturas ideológicas fascistas/nazistas y antisemitas, muy irrisorias para la época en la cuál vivió. Influencia y entusiasmo que, el mismo, tras pasar sus años hasta la vejez, culminó despreciando. Tenía prestigio y fama. Había escrito obras maestras -Viaje al fin de la noche, De un Castillo a Otro-y revolucionado la literatura francesa y mundial, pero su nombre fue y es sinónimo de antisemita. Publicó panfletos atacando a los judíos y aseguró que para él no debería haber quedado ninguno vivo. Después de la guerra huyó a Dinamarca, se salvó de una ejecución, pero terminó encarcelado y rechazado por todos.



Hablemos de su letra: el puño de Céline era como un auténtico proyectil fonético, como una carga de profundidad que se intalase en el cerebro receptor. Utilizaba los términos negro, alemán, francés, ruso, enfermo, lisiado como adjetivos despectivos. Formando parte de una estrategia para convertir el léxico en una suerte de ametralladora. Céline pretende arremeter contra el relato lineal. La sintaxis, el vocabulario, la disposición de los acontecimientos, todos los elementos de su prosa sirven para expresar la crispación, el estado de tensión que está viviendo el escritor en el momento mismo de generar su enunciado. Palabras obscenas (retrete, zurullo, ano, orgía, reventar), insultos, figuras retóricas de contenido macabro o el humor negro son otros de los elementos con que maltrata al lector, zarandeándolo, y provocando en él mil reacciones que van del más tonificante de los entusiasmos al más profundo de los rechazos. ¿Pero por qué ese gusto? ¿Por qué tenía intención de que su escritura fuese pensado para ser rechazado u odiado?



Dando un corte resumen bibliográfico, Céline, fue en su más tierna juventud enviado al frente de la primera guerra mundial. Oficialmente hacía falta defender a la patria. ¿Acaso no es éste suficiente motivo como para escribir una de las más feroces sátiras contra la civilización occidental? ¿Es injustificado desentenderse del mundo cuando éste se ha convertido en una estafa universal, en algo así como una trampa a gran escala? ¿Cómo no hubiera podido enfadarse ante semejante espectáculo?



Combatió en Ypres, donde fue gravemente herido. Lo que le dejó con un brazo dañado, zumbidos en el oído y dolores de cabeza que le perseguirían toda la vida. Se le otorgó la medalla militar porque se había presentado voluntario para la misión en que fue herido. En Viaje al final de la noche (su libro más exitoso) diría:

"¡Este mundo, se lo aseguro, no es sino una inmensa empresa para cachondearse del mundo! Usted es joven. ¡Que estos minutos de sagacidad le valgan por años! Escúcheme bien, compañero, y no deje pasar nunca más, sin calar en su importancia, ese signo capital con que resplandecen todas las hipocresías criminales de nuestra sociedad: el enternecimiento ante la suerte, ante la condición del miserable... Os lo aseguro, buenas y pobres gentes, gilipollas, infelices, baqueteados por la vida, desollados, siempre empapados en sudor, os aviso, cuando a los grandes de este mundo les da por amaros, es que van a convertiros en carne de cañón... Es la señal... Infalible. Por el afecto empiezan".

Su etapa fascista/nazi fue contradictoria... ¿Fue Céline nazi en realidad? ¿Tuvo ambiciones imperialistas, ansias de que los judíos desapareciesen y de que los arios reinasen sobre los europeos? No lo parece en absoluto. Lo que es más plausible es que no tuviera adónde ir cuando la Resistencia se lo robó todo y lo amenazó de muerte, o incluso que se cansara de ser acusado, que no soportara el ambiente circundante y se entregara a la primera doctrina potente que encontró. Céline, consciente de quién está perdiendo la guerra, tiene miedo de relacionarse con los nazis de verdad, que eran los únicas personas que podían protegerlo de una muerte cierta e inmediata. A la vez, relacionarse con oficiales de las S.S. es garantía de ser fusilado a medio plazo. A Céline le costó la cárcel. Por eso podríamos hablar de nazismo circunstancial, medio forzado. Porque la alternativa era la muerte.



Aunque hay otro motivo por el que entró en ese círculo que iba engulléndolo a ese hermetismo fascista (esa consciencia de ir siendo tragado como por una corriente perniciosa e inexorable constituye otra constante que, página tras página, a medida que el responsable de su protección es un hombre cada vez más comprometido con el poder del Reich). Pudo haber sido su nazismo un último intento de no caer en la terrible polarización manipulada que sacudía Europa, de no volver a formar parte de la guerra, de evitar sus consecuencias para
uno mismo.

En una oportunidad Céline dice:

"Quien ha hecho más a favor de los obreros no ha sido Stalin, ha sido Hitler".

Goebbels en persona le había ofrecido ocupar la titularidad de la Oficina de Asuntos Judíos en París, la encargada de la deportación a los campos de concentración, y que él había declinado ocupar el puesto. Céline contestó la acusación con énfasis y algo ofendido: “Claro que me lo ofreció y me negué. Si yo hubiera estado a cargo de la Oficina no hubiera quedado ni uno”.



Pues bien, no cabe duda de que Céline era racista y antisemita, como tantos otros médicos de su tiempo, que fue expulsado de Francia gracias en buena parte a sus libelos antisemitas. Eso no significa que actuara contra unas razas en concreto para afirmar la propia. Lo mismo aplico para Nietzsche: si se detesta a todo el mundo, ¿se puede no ser racista? Los argumentos de Céline no son nunca defensivos: él cree que nunca cometió nada punible. Nunca actuó en detrimento de nadie porque nunca tuvo ideología alguna. Nunca olvidemos que tenemos delante a un desvergonzado. Todos los esfuerzos de Céline van encaminados a demostrar lo siguiente: el mundo está dividido en ricos y pobres. Los ricos mueven por hilos a sus pobres para que se asesinen mutuamente en los campos de batalla por ideologías que sólo a ellos, los poderosos, interesan. Todos los soldados, por lo tanto, luchan estafados. La obra de Céline, un hombre de escasos recursos económicos, puede entenderse como un frontal ataque, como una monumental boutade contra la alienación. Éste es el pensamiento sociológico de Céline.

En cuanto toda simpatía y posibilidad de identificación con cualquier patria, credo o moral ha desaparecido, una persona no siente ya necesidad de ser amable, de guardar apariencia alguna. Puede mostrar todo su desprecio. Se ha exiliado voluntariamente, por lo que no puede ser expulsado. Ya no pertenece a ningún sistema de convenciones éticopolíticas. Para Céline, el hombre es demasiado perverso como para ser defendido junto con sus ideas.



Céline es racista porque lo es todo el mundo. Mejor: porque para él no se puede ser de otra manera. Es más, y aquí parte de su propia experiencia en África, todos los hombres de todas las razas son racistas respecto a los demás. Céline es malvado como lo es todo el mundo, aunque en momentos de polarización social o internacional haya siempre un bando que se apodere del lenguaje de la bondad, la santidad y la fraternidad para disimular, disfrazar, ser hipócrita. Por eso se pasa al bando contrario: no es más malvado que el anterior, y además aún no lo ha estafado como hizo el francés. Por otra parte, no debía sentir precisamente aprecio por el nazismo y los nazis, como demuestran estas palabras:

"...no era un tipo antipático... pero tampoco muy comunicativo... daba la impresión de que le iba el rollo... sería el primer nazi que se pareciera a lo que debían ser, tercos, bien gilipollas... ¡los alemanes me la chupan! Si no te impones, ¡estás jodido!".

Hasta maldad del ser humano lleva a Céline y a su mujer a apreciar más la vida animal que la humana, porque la destrucción es inocente en el animal, y en cambio el hombre es doblemente culpable porque podría evitarla, escoger entre el bien y el mal. Su condición consciente lo convierte en un auténtico malvado:

"No tenía el gran ideal humano, yo. Creo que habría sentido más pena por un perro en trance de morir que por Robinson, porque un perro no tiene maldad, mientras Robinson, de todos modos, era un poco malo. También yo era malo, éramos malos..."

Frecuentemente, Céline esperpentiza a la Humanidad mediante léxico fisiobiológico. Es lo que podríamos llamar visión biológica del cosmos . El hecho de que fuera médico ayuda al autor a construir paralelismos y enumeraciones verdaderamente inhabituales:

"En realidad, en cualquier lugar y en cualquier época, paz, calma chicha, guerras, convulsiones, vaginas, estómagos, vergas, jetas, ¡que ya no sabes qué hacer con ellos! ¡a espuertas!... pero, ¿los corazones?... ¡infinitamente raros! Desde hace quinientos millones de años, la tira de vergas, tubos gástricos, pero, ¿los corazones?... ¡se pueden contar con los dedos!".

Para Céline la humanidad es abyecta, no existe nadie libre de culpa. Demostrar eso, que la maldad está presente en todas partes, es el motor de su primera novela. Mostrar cómo se manifiesta el egoísmo en África, en América, en París, entre burgueses, entre soldados, obreros, borrachos, enfermeras, prostitutas, nobles, ancianos, niños. ¿Qué es la noche para Céline? La vida misma, es decir, la guerra. Llegar a su fin es un acto de sinceridad, de desnudez. Todo aquél que se despoja de sus amables vestiduras, revela lo que hay en él de inadmisible. Por lo tanto, los nazis fueron los más sinceros de todos, al mostrar a cara descubierta todo el horror que eran capaces de provocar en el mundo. Viajar al fin de la noche es no extraviarse del camino de la soledad y la maldad: no intentar nada para alejarse del abismo, no maquillar la pesadilla. El nazismo fue para Céline el fin de su propia noche, fue su estación final, definitiva.


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